TIENDAS | CARUGATI, EL DISNEYLAND AUTOMOVILÍSTICO

El año pasado viví grandes momentos relacionados con el motor y de los que siempre voy a tener un gran recuerdo, pero me resulta muy complicado elegir solo uno. En esta lista de mis highlights está en mayúsculas la visita a Carugati, una tienda de coches cerca de ginebra a la que me atrevo a denominar el “disneyland automovilístico”. Ver piezas tan especiales, caras y exclusivas como las que había me transmitió una sensación de vivir un sueño húmedo, y tuve muy claro que era un deber acudir a este paraíso una vez al año. Estos pasados días viajé hasta la ciudad suiza, aunque se cancelara el salón del automóvil, y fue una buena oportunidad para volver a ir, sabiendo que posiblemente me daría un “ataque de corazón”. Y así fue. 




Carugati nació hace 30 años de la mano de Tiziano Carugati como una tienda de automóviles deportivos, enfocándose mucho en el mercado italiano. La mezcla de la indiscutible pasión y el constante trabajo lo han posicionado en lo más arriba, además de contar continuamente con un stock de vehículos singular e impresionante. Este es uno de aquellos lugares que hay que ir obligatoriamente, si es que te consideras un apasionado del motor y un fanático de los coches clásicos. Puede que los españoles tengamos miedo a entrar ya que estamos acostumbrados a que nos prohíban el acceso a sitios de este tipo, pero fuera de nuestro país es todo diferente y hay mucho que aprender. La empresa también se caracteriza por la calurosa acogida y la confianza a cualquiera que se desplaza hasta esta localización, aunque frente a esto hay que tener respeto y ser agradecidos con los trabajadores que nos conceden este edén.


Solo entrar por la puerta estás rodeado de coches tan exclusivos que no sabes si saludar primero a los empleados, o empezar a observarlos y admirarlos uno por uno. En el showroom destaca el color rojo, pues se encuentran cinco Ferrari’s espectaculares y que a mí, como freaky de la marca, me cautivaron. Uno de ellos es el impresionante Ferrari F40 del 1987, una fantasía automovilística que compartimos muchos petrolheads y que deseamos tener algún día. Lleva un motor V8 biturbo de 478cv, no cuenta ni con ABS ni con dirección asistida pero sí con tres pedales que, con mucha responsabilidad, hay que saber controlar. A esto le llamo yo pureza al cien por cien. 


Y perdonad si soy pesado con Ferrari, pero había otro pura sangre identificado como el primer miembro del "Big Five" y que se merece algunas líneas en este artículo. Hablo del 288 GTO, un deportivo del 1984 diseñado por Leonardo Fioravanti y pensado para participar en el Grupo B de rally. No tuvo un gran éxito en las diversas carreras a las que participó y no estuvo a la altura de Audi, Lancia o Peugeot, y una vez se terminó esta competición mucha gente se olvidó de él. Pero no se le silenció del todo y es que cabe mencionar el hecho de que era apto para circular por vía pública, de aquí vienen sus iniciales GTO (Gran Turismo Omologatto). Así que 271 personas quisieron conservar una de estas reliquias en su garaje y, a día de hoy, es todo un privilegio ver uno. También carga en su capó trasero un motor V8 que desarrolla 400cv y 3800rpm de par máximo, consiguiendo alcanzar los 300km/h y acelerar de 0 a 100km/h en 4.3 segundos. Es, sin duda, un “cavallino” con un perfil auténtico e irrepetible. 


Aún no he comentado que Carugati es agente oficial de la marca Pagani Automobili desde el año 1999, y esto quiere decir que si quieres un Huayra puedes acudir aquí para comprarlo y/o recogerlo. Esta relación tan interesante nació en el Salón del Automóvil de Ginebra de 1999, cuando la empresa italiana presentó su primer coche, el Zonda C12, que enamoró a tanta gente. Uno de ellos fue Tiziano que, al quedarse sin palabras, decidió hablar con Horacio Pagani e intentar abrir un afable nexo entre los dos negocios. Y qué tan bien se cayeron que siguen siendo socios después de tantos años, pues la tienda suiza ha sido protagonista de las decenas de unidades que circulan por este país y hasta por Europa. Yo tuve la suerte de coincidir con dos Huayra Roadster recién salidos del horno y que están a punto de conocer a su propietario, uno de los cien afortunados que podrán gozar de un motor V12 AMG que entrega 764cv. 


Una vez observé hasta el minucioso detalle del showroom, me adentré en otra sala donde hay más de 20 coches aparcados con muy pocos centímetros de separación entre ellos y que esperan comprador. Pocos segundos fueron necesarios para darme cuenta que habían Porsche’s muy peculiares que cualquier admirador de la firma alemana querría ver de cerca, especialmente un 959 rojo del año 1986. Este en concreto ya os lo mostré y hablé de él hace justo un año, así que esta vez prefiero dar importancia a tres modelos de la gama GT que me pusieron la piel de gallina. Empecemos por el más insignificante, aunque suene raro decirlo así, y para esto hay que moverse hasta un rincón del local. Me refiero a un feroz Porsche 991 GT2 RS negro con las llantas doradas que, si en ese momento hubiese tenido los 331.276€ que piden, me lo hubiera llevado. Este "bicharraco" de 700cv, que sigue coronado como el más rápido del infierno verde, monta partes típicas de un  coche de competición como el enorme alerón, las barras antivuelco o el capó de fibra, entre otras cosas. 


Otro de los Porsche que me dejó boquiabierto fue un singular Porsche 997 GT2 RS en verde británico y con caja de cambios manual de 6 velocidades. Salió al mercado como el deportivo de calle más potente de la historia, y es que sus 620cv en el bóxer de 3.6 litros con inyección directa le hacían ser todo un rompedor de récords. Su producción de 500 unidades, además del aprecio que siempre ha recibido, le ha hecho aumentar el valor de los 261.968€ hace diez años a los 330.000€ ahora. 


Y el tercer Porsche del que os quiero hablar representó un golpe sobre la mesa por parte de la marca de Stuttgart delante de las miles de críticas que recibió el 996 GT3, el antecesor cuyo era muy poco revolucionario. Los alemanes se lo tomaron mal y decidieron crear en su laboratorio un monstruo denominado 997 GT3 RS 4.0, dispuesto a vencer sus rivales y dejar una significativa pisada en todos los circuitos posibles. Las 600 unidades fueron lanzadas al mercado en 2011 con un precio de 200.000€, solo disponible en blanco o negro. Si antes os ha llamado la atención el incremento del precio del GT2 RS, el de este es mucho más relevante ya que en estos momentos ronda los 320.000€. Su ADN es incuestionable y Porsche ya lo afirmaba demostrando que el 85% de los clientes de los RS usan su vehículo para circuito, asimismo marcó un tiempo de 7 minutos y 27 segundos en el ring superando coches como el Pagani Zonda, el Ferrari Enzo o el Nissan GT-R. Pesa 1.360kg, también tiene una transmisión manual de seis velocidades y un motor bóxer 4 litros de 6 cilindros que incrementan la potencia hasta los 500cv. Rotundamente es un cohete no apto para cardíacos. 


Una vez me recorrí las dos salas de exposición, era hora de ir a la zona más insólita en la que un entusiasta del automovilismo vintage como yo le puede dar un infarto. Para ello, abrí una pequeña y discreta puerta y me entró todo de luz en los ojos como si estuviese de camino al cielo. Y más o menos fue así, porque entré y empecé a ver clásicos espectaculares por todas partes.



Este garaje no es muy grande y se tuvo que aprovechar el espacio al máximo para tener una buena colección de diamantes en bruto, así que Tiziano decidió colocar unos elevadores para que los coches tuvieran su apropiado espacio y que no fuera complicada la vista de cada uno. El mantenimiento es clave para conservarlos, pues pasan por diferentes revisiones de funcionalidad y una severa limpieza semanal para cuidar la estética. Muchos de ellos pertenecen al mismo propietario de Carugati, pero otros están en venta y por valores desconocidos si no eres realmente un interesado en adquirirlos. Entre estas piezas tan valiosas se encuentra un bonito Ferrari 250 GT Luso en plateado, un radiante Porsche 356 C verde, un elegante Ferrari 365 GTB4 Daytona o un radical Porsche 993 GT2 Evo 2, entre otros. Es, sinceramente, un edén para los que nos gusta el automovilismo y sabemos apreciar lo que es bueno, único y especial.


Mi visita finalizó con la baba cayéndome de la boca y mi mano aun temblaba después de ver un lugar absolutamente mágico, con tanta historia y olor a gasolina. Cada vez que voy me quedo asombrado con la amabilidad y la confianza que cede el equipo de Carugati, y es por esto que quiero agradecer la gentileza y facilidad que me proporcionaron los empleados. España, sin ningún tipo de duda, deja mucho que desear y debe aprender de los mayores. El año que viene, si Dios quiere, volveré para vivir de nuevo esta experiencia tan emocionante y extraordinaria.


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