Cualquier amante de las aventuras seguro que ha soñado alguna vez en emprender una expedición transcontinental, al mismísimo estilo que Fernando de Magallanes o Marco Polo. Pero los amantes del motor lo llevamos a otro nivel y somos capaces de imaginar cruzar todo un continente a bordo de un automóvil. Yo el primero, que siempre he tenido como meta en la vida conducir hasta china a bordo de un... creo que en este artículo no toca decirlo, pero me lo guardo para más adelante. Por eso, cada vez que veo a algún valiente con ese espíritu de recorrer kilómetros y kilómetros para explorar el "pequeño" mundo en el que vivimos, me intereso de inmediato y apoyo la iniciativa al máximo.
Pues bien, durante mi estancia en Stuttgart (Alemania) hace unas semanas, Porsche — en especial Chris — me invitó a recibir a unos auténticos trotamundos. Y no eran unos cualquiera: se trataba del "The Epic Bangkok - Stuttgart Porsche Drive", un viaje organizado por un grupo de entusiastas tailandeses que tuvieron la gran idea de recorrer la Ruta de la Seda a bordo de sus Porsche's, con el fin de conocer distintas culturas, visitar lugares maravillosos y, sobre todo, construir recuerdos que nunca se olvidarán.
Varios miembros de Renndrive, un grupo de amigos que se reúnen continuamente en distintas localidades tailandesas, se preguntaron hace casi dos años cómo podían crear una experiencia de conducción que sobrepasara sus propios límites. Tras muchas reuniones entre botellas de Singha (la cerveza local más icónica), llegaron a la conclusión de que viajar de Bangkok a Stuttgart en coche era una idea tan loca como irresistible.
Tan convencidos estaban que el pasado 30 de abril, a las 9:11 de la mañana, emprendieron esta ruta de más de 20.000 kilómetros desde el Centro Porsche de Bangkok, llegando el 19 de julio a la Porsche Brand Store de Stuttgart. En teoria, iban a necesitar 60 días pero logaron completarla en 58, recorriendo entre 400 y 700 kilómetros diarios. La mayor parte del trayecto transcurrió por autopista, aunque también se animaron a tomar carreteras secundarias, muchas de ellas olvidadas y abandonadas, que dieron aún más sabor a la aventura.
El recorrido atravesaba 15 países: Laos, China, Kazajistán, Georgia, Turquía, Grecia, Bulgaria, Rumanía, Hungría, Serbia, Bosnia-Herzegovina, Croacia, Eslovenia, Austria y, finalmente, Alemania. En el camino aprovecharon para vivir experiencias únicas, como participar en una ruta del Club Porsche Turquía y del Club Porsche Georgia, asistir a los eventos F.A.T. o Heizr, rodar en el circuito Salzburgring o visitar el Museo Hans-Peter Porsche, entre muchas otras. Al fin y al cabo, su filosofía no es solo conducir, sino compartir experiencias con gente que vive el motor con la misma pasión.
Como os he comentado anteriormente, llevaban más de un año planeando esta "locura" — si me permitís definirlo así. Trazar la ruta perfecta fue todo un reto, pero gestionar la logística y los aspectos legales supuso un desafío aún mayor para Renndrive. Imagino que reservar los hoteles tampoco debió de ser fácil, aunque tenían claro un requisito: "mínimo 4 estrellas, y si es posible, 5". Eso sí, viendo que al llegar a Stuttgart su mayor preocupación fue descubrir que no tenían mesa para cenar — y eran unos cuantos — quizá tampoco se esforzaron demasiado y prefirieron dejar fluir sobre la marcha.
Lo que sí cuidaron con detalle fue la selección de los coches con los que iban a cruzar medio planeta. En total fueron cinco Porsche's que representaban a la perfección tanto la personalidad de sus pilotos como la esencia de la marca: un clásico, un moderno, un deportivo, un aventurero y, como extra, uno que encarnara el espíritu de su país. Así, los héroes de cuatro ruedas fueron un 911 Carrera 3.2 de los años 80, un Cayenne S Coupé E-Hybrid, un Cayman S de la generación 987, un 911 992 Dakar y un 911 — también de la generación 992 — Carrera GTS "30 Years Porsche Thailand Edition", una edición limitada a 30 unidades creada para homenajear la enorme cultura de Porsche en Tailandia. Cada uno con su carácter propio, pero todos con la garantía de una ingeniería atemporal. Antes de poner rumbo a Alemania, pasaron exigentes inspecciones y fueron preparados a conciencia: vinilos personalizados, ruedas de repuesto, bacas, cajas de herramientas... nada quedó al azar.
Y ahora que no nos escucha nadie, os confieso un detalle: hubo un sexto coche no oficial acompañando la expedición, que probablemente ya os podéis imaginar cuál es: Sí, un Mercedes-Benz G350 diésel "G Wagon", preparado hasta los dientes para afrontar cualquier imprevisto con la precisión alemana que lo caracteriza. Me hubiese gustado hacerle fotos e añadirlas a este artículo, pero Porsche se encargó de esconderlo en el evento de bienvenida.
Diecisiete personas fueron las protagonistas de esta expedición, liderada por Sihabutr Xoomsai Na Ayudhya, fundador de Das Treffen, la mayor comunidad de entusiastas Porsche en Tailandia. Tuve el placer de conocerlo y charlar un buen rato con él, mientras me contaba anécdotas, secretos y curiosidades vividas durante estos intensos 58 días.
Me describió el viaje como una misión atrevida e intrépida, con la ventaja de confiar siempre en el rendimiento y la eficiencia de sus Porsche's. Añadió que no podía ni imaginar cómo lo hacían los exploradores de hace más de 500 años, sin la tecnología ni la seguridad de hoy en día. Con esta aventura, se dió cuenta de que las fronteras entre países son solo físicas. Después de atravesar tantos territorios y conocer culturas tan distintas, admiraba cómo todas podían convivir y coexistir.
Para él, estos casi dos meses se sintieron como si hubiera pasado un año entero explorando Asia y Europa, debido a la enorme cantidad de experiencias y actividades vividas. Pero lo que más recordaba con una sonrisa era un momento que se repitió bastante: cuando alguien preguntaba qué día era y nadie sabía responder. Tampoco les preocupaba, porque lo único que querían era disfrutar de la aventura.
Sihabutr me explicaba con emoción — que se reflejaba claramente en sus ojos — cómo fue la visita a los 15 países que formaron parte de esta ruta
Laos se hizo eterno, porque las carreteras estaban en tan mal estado que recorrer 100 kilómetros podía llevarles hasta cinco horas. Tan delicada era la situación que el 992 GTS tuvo que ser transportado en grúa para evitar riesgos.
China superó todas sus expectativas y resultó una grata sorpresa, especialmente por la cultura, la seguridad y la ininterrumpida hospitalidad de la gente local. También les impresionó el nivel de desarrollo del país, fijándose en la calidad impecable de sus carreteras y en lo bien que las cuidan. Los paisajes, los templos, los monumentos y, sobre todo, la gastronomía terminaron de fascinarles.
En Kazajistán lo que más les sorprendió fue la inmensidad y el vacío: Era como estar en un planeta sin descubrir — decía Sihabutr. Conducían por carreteras solitarias hacia un horizonte lejano, bajo nubes bajas y sin nada alrededor. Allí el 911 Safari sufrió problemas: tuvieron que desmontar el motor para limpiar el embrague, todo bajo casi 50 grados y con el sudor corriendo por sus frentes. Para el equipo fue un mal trago; para el propietario, una anécdota más que afrontó sin preocuparse demasiado. Por suerte, tuvo final feliz.
En Georgia llegaron los peores momentos. Querían puertos de montaña y los tuvieron, pero de forma salvaje. Durante cuatro días atravesaron pistas en estado lamentable, llenas de rocas y grava, lo que resultó durísimo para la expedición. La compensación llegó de forma inesperada, pues se encontraron en mitad de la carretera con un grupo de motoristas tailandeses que también viajaban por la zona, y decidieron recorrer varios kilómetros juntos en convoy. Ya en Tiflis, aprovecharon para descansar unos días mientras sus coches eran revisados en el Centro Porsche oficial de la ciudad, antes de encarar la segunda mitad del viaje.
Turquía les abrió las puertas de Europa con carreteras sinuosas y paisajes muy distintos a los que imaginaban. Allí visitaron enclaves culturales únicos, como la cima del monte Nemrut Dağı.
En Grecia sintieron que el Mediterráneo les daba la bienvenida: gastronomía, playas y un merecido baño en el mar. Bulgaria, en cambio, se les hizo monótona, recordándoles a Kazajistán por sus carreteras infinitas entre campos interminables.
Rumanía fue todo lo contrario, ya que les pareció un territorio espectacular. Cuando le pregunte a Sihabutr por qué, su respuesta fue inmediata: "la Transfăgărășan", y no hicieron falta más palabras. El equipo de Rennsport no quiso perderse la que muchos llaman la carretera más bonita del mundo, y contemplarla desde sus 2.042 metros de altitud les dejó una impresión inolvidable.
A partir de Hungría, donde por cierto tuvieron una meteorología horrible, decidieron prescindir de las rutas más directas para alargar la aventura y visitar rincones del corazón de Europa. La entrada en Serbia fue especialmente complicada, porque se encontraron kilómetros y kilómetros de tráfico en la frontera y, como guinda, ellos fueron víctimas de ese exhaustivo control policial. Su convoy llamaba demasiado la atención y no podían pasar desapercibidos, pero todo quedó en una anécdota.
Desde la entrada a Bosnia-Herzegovina, Sihabutr ya no me contó mucho más porque no tenía tiempo. Pero sí quiso detenerse en un suceso ocurrido en la República Checa, donde un aficionado les recibió para entregar al propietario del Cayman una réplica exacta de su coche a escala 1/43.
El recibimiento en la Porsche Brand Store de Stuttgart fue espectacular. Había tantos apasionados del motor y de las aventuras, que la energía en el ambiente hacía sentir a cualquiera parte de aquel equipo de tailandeses. Me llamó la atención lo educados y amables que eran; incluso me sorprendía que ellos mismos se asombraran de la hospitalidad de la población china durante su paso por el país.
Después de 20.000 kilómetros, yo solo hubiera tenido ganas de tirarme en la cama y descansar durante semanas, pero ellos simplemente querían compartir sus experiencias con los asistentes y brindar para celebrar su éxito. Lo que quedaba eran recuerdos, que vimos proyectados en formato de fotografías hechas por Stefan Bogner, aunque Sihabutr insistía en que lo bonito del viaje había sido conocer el mundo a través de sus propias vivencias y no de las pantallas digitales.
El sueño de conquistar medio mundo a bordo de sus vehículos se hizo realidad. Los cinco coches regresaron en barco a Tailandia, mientras que sus dueños lo hicieron en avión, llevándose consigo algo mucho más valioso que los kilómetros recorridos: probablemente una de las mejores experiencias de sus vidas. A veces basta con salir de la burbuja y lanzarse a descubrir el mundo para comprender que lo que realmente nos une son las historias, las culturas y, sobre todo, la manera en que compartimos la pasión por el automovilismo. Viajar nos recuerda que el planeta es inmenso, diverso y fascinante, pero al mismo tiempo más cercano y humano de lo que creemos.
Y Porsche es más que una marca, es un estilo de vida que representa pasión, herencia y la búsqueda constante de nuevos horizontes. No se trata solo de conducir, sino de sentir cada ruta, cada curva y, en definitiva, cada instante del camino. Quizá por eso, un 911 no es únicamente un modelo: es un compañero de viaje capaz de transformar kilómetros en recuerdos, siempre con una historia detrás que contar.
























