Siempre he querido imaginar que, algún día, un propietario de un coche especial me propondría hacerle una sesión fotográfica en un sitio singular, como un puerto de montaña o una carretera de la costa. Normalmente me vienen a la cabeza modelos poco comunes que cuestan de encontrar y que, si se da el caso, contactar con el propietario es misión imposible. Pero a veces hay excepciones y aparecen cuando menos te lo esperas, y es justo lo que me pasó hace unos meses. Un chico californiano se puso en contacto conmigo, vía Instagram, y me preguntó si disponía de un rato libre para hacerle unas fotos a su obra maestra: un Lamborghini Murciélago LP640. Mi respuesta no fue meditada en ningún momento.
